Para aquellos que decidieron caminar sin rumbo fijo y aterrizaron en un lugar como éste. Aquí tenéis vuestro sitio.

martes, 28 de mayo de 2019

Un momento para la poesía



Si…

Si puedes mantener la cabeza cuando todo a tu alrededor
pierde la suya y te culpan por ello;
Si puedes confiar en ti mismo cuando todos dudan de ti,
pero admites también sus dudas;
Si puedes esperar sin cansarte en la espera,
o, siendo engañado, no pagar con mentiras,
o, siendo odiado, no dar lugar al odio,
y sin embargo no parecer demasiado bueno, ni hablar
demasiado sabiamente;


Si puedes soñar-y no hacer de los sueños tu maestro;
Si puedes pensar-y no hacer de los pensamientos tu objetivo;
Si puedes encontrarte con el triunfo y el desastre
y tratar a esos dos impostores exactamente igual,
Si puedes soportar oír la verdad que has dicho
retorcida por malvados para hacer una trampa para tontos,
O ver rotas las cosas que has puesto en tu vida
y agacharte y reconstruirlas con herramientas desgastadas;


Si puedes hacer un montón con todas tus ganancias
y arriesgarlo a un golpe de azar,
y perder, y empezar de nuevo desde el principio
y no decir nunca una palabra acerca de tu pérdida;
Si puedes forzar tu corazón y nervios y tendones
para jugar tu turno mucho tiempo
después de que se hayan gastado
y así mantenerte cuando no queda nada dentro de ti
excepto la Voluntad que les dice: “¡Resistid!”


Si puedes hablar con multitudes y mantener tu virtud
o pasear con reyes y no perder el sentido común;
Si ni los enemigos ni los queridos amigos pueden herirte;
Si todos cuentan contigo, pero ninguno demasiado;
Si puedes llenar el minuto inolvidable
con un recorrido de sesenta valiosos segundos.
Tuya es la Tierra y todo lo que contiene,
y —lo que es más— ¡serás un Hombre, hijo mío!


Rudyard kipling





lunes, 27 de mayo de 2019

Pensatiempos

En este jeroglífico se esconde el título de un estupendo libro de aventuras ¿Sabrías descifrarlo? La solución, como siempre, en los comentarios de la entrada ¡Pero no mires antes de intentarlo!

















domingo, 26 de mayo de 2019

Casi en el final de curso...

Una vez más, se acerca el final de otro año académico. Y como sucede con el otro final de año, es momento de echar la vista atrás y evaluar el trabajo hecho, que no son solo nuestros alumnos los que tienen que examinarse. Veremos cosas que nos han salido bien y otras que podrían haber salido mejor, pero es lo normal. Lo que toca ahora es convertir esas imperfecciones en proyectos para el año siguiente, y así, cada año, ir mejorando un poquito más.

Claro que tampoco es garantía de que todo lo que preparemos salga a las mil maravillas. Con un público como el que tenemos, y sabiendo que siempre hay caras nuevas, esperar que no surjan imprevistos es de ingenuos. Los proyectos deben ser siempre flexibles y siempre abiertos a modificaciones de última hora, añadidos y supresiones.

Y qué decir de todos esos alumnos con los que hemos compartido un año. No son nuestros hijos, pero casi. A algunos llegamos a conocerlos tanto que casi los sientes como de la familia. Al final, de todos guardas un buen recuerdo, porque no olvidemos que un mal alumno puede ser una buena persona. Y ellos mismos, la mayoría de las veces, te recuerdan luego con cariño, que eso lo hemos podido comprobar en reencuentros casuales por las calles. A pesar de todos los exámenes, castigos cuando han hecho falta y de todos los deberes, ellos saben que eso forma parte de su vida y que no lo hacemos por manía ni por odio, sino con afecto y severidad amable. Y es que es lo que tienen todos esos trabajos en los que has de tratar con personas.. ¿Cómo va a aburrirse uno en una profesión como esta? Así que vayamos dando carpetazo a este año académico, pero con las miras puestas en el que está por venir.





sábado, 25 de mayo de 2019

viernes, 24 de mayo de 2019

Telediario herbívoro

Así es la vida, a veces gastamos el dinero que no tenemos
en cosas que no necesitamos para impresionar a gente a la que no le importamos.

Will Smith






jueves, 23 de mayo de 2019

El alma está en el cerebro





Ese es el título de este libro de Eduard Punset, el genial comunicador que tristemente nos dejó ayer a los ochenta y dos años. Punset siempre se interesó por ese kilo y pico de materia blanda y gris que tenemos dentro del cráneo, y que es, sin duda alguna, la máquina más compleja que ha dado la evolución en la Tierra. Tanto, que incluso con los adelantos de hoy en día apenas estamos empezando a arañar sus secretos. Nuestra tecnología nos ha permitido llegar a ver las neuronas, identificar las zonas que se activan al realizar cada acción y detectar los mensajes electroquímicos que hablan sus células. Pero eso es poco más que intentar averiguar cómo funciona un televisor viendo las imágenes de su pantalla. El cerebro es complicado, tremendamente complicado. ¿Cómo consigue almacenar todas y cada una de las imágenes que nuestra memoria es capaz de evocar? ¿Dónde guarda las reglas gramaticales que usamos para construir nuestras frases? ¿Cómo interaccionan las zonas relacionadas con sentimientos y con análisis a la hora de tomar una decisión? Este libro no nos va a dar todas esas respuestas, porque todavía no las hemos desvelado. Lo que sí hará será llenar nuestra cabeza de fascinantes preguntas, que servirán para que nuestro propio cerebro reflexione sobre sí mismo. Y eso, si nos paramos a pensarlo, es quizás lo más alucinante de todo.




miércoles, 22 de mayo de 2019

Una estrella que se apaga...




Hoy, a los ochenta y dos años, nos ha dejado Eduard Punset, el más curioso e infatigable comunicador que ha tenido la televisión en muchísimo tiempo. Porque si hay una palabra que lo definía era precisamente esa: comunicador. Guardamos sobre todo un magnífico recuerdo de su programa REDES, unos de los pocos programas con contenido científico no solo de calidad, sino de nivel, que en los días que vivimos nos ofrecen los medios de comunicación.

Escuchar a Punset era interesarte de inmediato por aquello de lo que se estuviera hablando ese día en el programa. Es cierto que los temas ya eran increíbles de por sí, pero a través de sus preguntas y su sonrisa, Punset nos guiaba en un mundo complejo y fascinante, que además nos ayudaba a conocernos mejor a nosotros mismos ¿Qué más se puede pedir?

Por eso y por tantas otras cosas más, te echaremos de menos, Eduard. Esperamos que allí donde estés sigas con tu incansable curiosidad, preguntándote por todo y preguntando a todos, en ese, el último misterio que a todos nos espera en esta vida...