En un rinconcito de Madrid, muy cerca del metro Gregorio Marañón, está una de esas joyas escondidas que la ciudad reserva para los que saben buscar. Nos referimos a la casa-museo del pintor impresionista Joaquín Sorolla. El sitio es como un pequeño mundo aparte: cuando traspasas el umbral - tras cruzar el pequeño pero inspirador jardín - uno viaja hasta finales de siglo XIX, y puede admirar unas obras de arte de esas que te golpean la vista y el alma, y con sus pinceladas, nos muestran imágenes más reales que la realidad misma, porque están impregnadas de la visión del pintor. Os dejamos unas fotos del día, para que os animéis a visitarlo.