Este dicho tan popular que utilizamos cuando alguien nos molesta sobremanera, tiene varias versiones sobre su origen. Algunos lingüistas creen que hace referencia al ruido que hace una persona cuando golpea cencerros o cacerolas para festejar algo. Otros creen que originalmente se decía "dar la hojalata", con el mismo significado.
Otra versión sitúa el origen del dicho en la ciudad de Málaga, en cuya cárcel los presos solían comprar una lata de mosto condimentado con sobras de vino, licores y aguardientes que provocaba en los detenidos una intensa borrachera, con el jaleo subsiguiente provocado por los escandalosos borrachos.
Por si fuera poco, el profesor Fernando Lázaro Carreter supone para esta frase un origen militar. Al parecer, en el siglo XVII los soldados viejos andaban de despacho en despacho mendigando compensaciones por los servicios prestados en sus años jóvenes y por las heridas recibidas, lo cual atestiguaban con un documento guardado en un tubo de lata.
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