Hoy domingo hemos aprovechado un ratito para acercarnos a nuestra querida Chorrera del Hornillo. Estaba preciosa, vestida de otoño y cargada de agua, como tiene que ser por esta época. Lamentablemente, cuando a eso de las diez y cuarto estábamos ya volviendo al coche, nos encontramos con una estampa descorazonadora.
En los tiempos que corren, una excursión organizada de Boy Scouts, con al menos treinta personas apelotonadas en el punto de inicio de la ruta (que ni siquiera tuvieron la decencia de colocarse a un lado para no obstruir el paso) es una imprudencia GRAVE. Adultos, monitores y niños, todos sin guardar las distancias de seguridad y al menos tres sin mascarillas. Ni uno solo de los tres monitores - una chica y dos chicos - llamaron la atención para que se respetaran las normas que la prudencia y la salud exigen. Simplemente vergonzoso.
Y peligroso.
Señores, ser Boy Scouts no les da prerrogativas para poner en riesgo la salud (e incluso las vidas) de los demás. El campo no es suyo, y están tan obligados como los demás a respetar las normas que imponen la sensatez y la prudencia. De nada me sirve que luego organicen grupos de diez (que ya son, diez personas no convivientes) si al principio de la ruta se aglomeran todos en la entrada del aparcamiento. Y tampoco son ustedes más guapos que nadie: la hostelería, los teatros y otros negocios están funcionando con aforo reducido, así que si quieren organizar excursiones, háganlo con cinco o seis personas.
Es triste que personas que van enarbolando la bandera de respeto por la naturaleza se comporten luego de esta manera tan inmadura e imprudente. Por eso os pedimos a todos no seguir este ejemplo.
Disfrutar de la Naturaleza sí,
pero de forma responsable.
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