En contraste con lo que os contábamos en la entrada anterior, así SÍ se hacen las cosas. Tuvimos la suerte ayer de asistir a un función que el incomparable Rafael Álvarez "El Brujo" hacía en homenaje a Valle-Inclán. Y allí, en el Teatro Alcázar, sí se respetaron las normas de seguridad referentes a la pandemia: separación entre asistentes, mascarillas puestas todo el rato, entradas y salidas reguladas por el personal del teatro... Y es que cuando las cosas se hacen bien, la Cultura es segura.
Dicho esto, vamos con la obra. ¿Y qué podemos decir? Si alguna vez habéis visto al Brujo sobre el escenario, no hará falta que os describamos nada. Si no habéis pasado por esa experiencia, nada de lo que os contemos puede hacerle justicia. El hombre es maravilloso, inigualable, hechizante. Se ha ganado su apodo por completo, del mismo modo que se gana al público a eso del segundo número tres. Con una soltura magistral pasa del solemne recitado de pasajes (de Valle-Inclán, en este caso) a un monólogo desenfadado que consigue que te partas de risa. La escenografía es minimalista (algo que él mismo se autoparodia) pero es que no necesita más. De hecho, estamos convencidos de que si le quitaran incluso esos pocos elementos, las luces y los cortinajes, con solo su voz como arma seguiría siendo capaz de conquistar a todo su auditorio.
Para completar la jornada, dimos un paseo por Madrid visitando dos lugares que fueron de gran importancia en la vida del escritor gallego ¡Viva la cultura!
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