El saber popular nos dice que tenemos que ver algo para saber que es cierto, pero la ciencia y la psicología han demostrado que ni mucho menos, que hay cosas que no se pueden ver y que son ciertas, y que hay otras que, cuando las vemos, lo único que hacemos es caer en el engaño. ¿Te fías cien por cien de tus propios sentidos? Cuando termines con las ilusiones que hoy te hemos traído, te lo pensarás dos veces (o más).
Empecemos con una facilita. Es conocida como la "ilusión de la pared de la cafetería" porque fue popularizada por Richard Gregory en los años setenta cuando la vio en un pub de Bristol. ¿A que tus ojos te dicen que las líneas horizontales están torcidas? Coge una regla y sal tú mismo del error.
Esta segunda es de círculos ¿Círculos? ¡Sí! Aunque no lo parezca, en la imagen hay cuatro círculos concéntricos, que no se entrelazan para nada. Esta ilusión fue descubierta por el italiano Baingio Pinna en 2002.
Otra de círculos. Dirás que no, pero están perfectamente quietos. De hecho, cuando te fijas mucho en uno, se detiene ¡pero se mueven los demás! El efecto se debe a una peculiaridad de nuestra visión periférica. Te damos nuestra palabra de que no es un gif.
Ahora una con movimiento (este sí es un gif). El metro que aparece ¿está saliendo o entrando en la estación? De hecho, si te concentras, puedes hacer que vaya en cualquiera de las dos direcciones.
Demos un poco de color al asunto, que esto está muy gris. ¿Sabes cómo convertir una imagen en blanco y negro en otra que esté en color? Sigue las instrucciones de este gif y lo descubrirás.
¿Aún te fías de tus ojos? Fíjate en los dos cubos centrales de esta imagen. ¿A que parece que el cubo superior y el inferior son de colores distintos? Pues ahora pon tu dedo tapando la separación entre ambos y alucina.
Y si todavía sigues en pie, vamos con el gran final. Aunque no te lo parezca, los cuadros marcados con las letras A y B del dibujo inferior tienen la misma tonalidad de gris ¡Que sí! Cuando te hayas cansado de decir que es imposible, fíjate en el gif inferior. Lo que sucede es que como el cuadro B queda a la sombra del cilindro, nuestro cerebro hace una corrección automática y supone que su color será en realidad más claro que el que percibimos ¡pero en este caso se equivoca!
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