El pasado lunes nos dejó el genio inimitable de Stan Lee, un hombre cuya fértil (diría ubérrima) imaginación nos regaló personajes completamente inolvidables, que han llegado a convertirse en iconos de la cultura popular. Porque ¿quién - incluso sin ser aficionado a los cómics - no ha oído hablar de Spiderman, los Cuatro Fantásticos, Hulk, Iron Man y tantos otros (tiene más de 300 personajes creados en su haber)?
Te marchaste a los noventa y cinco (casi noventa y seis) años, y aún seguías luciendo esa sonrisa jovial y pícara, dejándote caer en esos cameos que todos los fans buscábamos en las películas como un ritual. Muchos son los que han seguido tus pasos o han cogido el testigo de tus personajes, pero tú, como tantos otros de tu generación, tenéis un mérito indiscutible y que nunca podrán igualar: fuisteis los pioneros, los que construisteis historias inigualables cuando no existían los medios informáticos ni los efectos especiales. Cambiasteis la forma de ver el mundo de muchas personas (para mejor), nos disteis sueños, héroes y heroínas que emular, y mucha, mucha emoción. Así que, aunque lamentamos mucho, muchísimo, que te hayas marchado, solo hay una forma de acabar este sentido homenaje, querido Stan Lee: con una de tus impagables sonrisas y exclamando:
¡EXCELSIOR!