El origen de la palabra "siesta"
Ah, la siesta... esa magnífica costumbre de echarse un ratito después de comer y (supuestamente) de haber estado trabajando durante la mañana (aunque esto último no es requisito necesario). Un breve sueño parece devolver las fuerzas y la frescura para afrontar lo que la tarde traiga por delante...
¿Te has parado a pensar de dónde podía venir el nombre de tan sana costumbre? Pues curiosamente tiene sus raíces en el ámbito monacal. En las órdenes medievales, las horas del día se dividían según las tareas que tocaba desempeñar en cada una de ellas. Pues bien, una de las Reglas de San Benito establecía que debía guardarse reposo después de la "hora sexta", que coincide con el mediodía, la hora de más calor. Así, "sextear" fue el equivalente de reposar durante esta hora, y "hacer la sexta" fue convirtiéndose poco a poco en "hacer la siesta" ¡Qué cosas!
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