Cabrearse
Hace poco que hemos empezado el año, y no es cuestión de cabrearse, que, como todos sabemos, significa "cogerse un enfado de los buenos". Así que hemos decidido averiguar de dónde venían los "cabreos" originales, que, todo sea dicho, y para sorpresa de todos, no tenían que ver en nada con las cabras ¡sino con una ley de tiempos de Alfonso XI de Castilla!
En aquella época existía el "cabreo" o "cabrevación" bajo el significado de "censo de terrenos y fincas sujetos al pago de cargas reales o nobiliarias". Vamos, lo que viene a ser un impuesto por trabajar terrenitos. La palabra venía del latín "capibrevum" (recuperar en breve), ya que era un beneficio que se recibía a corto plazo a cambio de la concesión de tierras por parte del rey a campesinos. Así, en aquella época no era raro hablar por ejemplo del "cabreo de la Orden de Malta", que no era que los templarios estuvieran de pésimo humor, sino que el monarca de turno les había dado parcelas para que las cultivaran y sacaran beneficios de ellas.
¿Y por qué pasó a tener un retintín tan negativo? Porque te puedes imaginar que a los campesinos no les hacía gracia pagar, y que en más de una ocasión hubo revueltas sangrientamente reprimidas por culpa de estas tasas. Con el tiempo, y hasta la actualidad, los cabreos y los impuestos acabaron por ir siempre juntos.
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