Muchas veces, la percepción que se tiene de nuestros alumnos es que son unos cafres, descarriados, maleducados, malos estudiantes, etc. Y sin embargo, no es ni mucho menos así. Es cierto que hay algunos en cuya educación deberían haberse esmerado más los padres, pero también los hay que son unos pedazos de pan, con una calidad moral admirable. Hace poco, por ejemplo, uno de los nuestros nos sorprendió regalando al departamento de Biología y Geología un juego de maquetas de química. Eso sí, con la condición de que todo quedara en el anonimato. Para quitarse el sombrero, señores.
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