Sin estar apáticos, nos hemos puesto a pensar en la variedad del número de patas que se puede dar en la naturaleza.
Por enredar nuestra memoria y ponernos un poco a prueba con aquello de "buscando los tres pies al gato", hemos reunido ejemplos de seres vivos que puedan clasificarse atendiendo a cuántas patas tienen. Como es evidente, es imposible hacer una enumeración completa que incluya todas las categorías posibles, simplemente hemos escogido entre algunos de ellos.
Cero patas: sin considerar los pseudópodos de amebas y otros, entre los unicelulares habría multitud de ejemplos. Nosotros nos quedamos con las bacterias.
Una pata: contando con el pie mucilaginoso de, por ejemplo, los caracoles, nos deslizamos por aquí.
Dos patas: sobran las explicaciones. Valga como ejemplo nosotros mismos, en algunos casos lo de sapiens es un añadido.
Cuatro patas: multitud de ellos. Buen ejemplo una tortuga, lenta pero segura.
Cinco patas: los equinodermos, gracias a su simetría pentámera, tienen brazos que siempre son cinco o múltiplos de cinco. En este último caso se trata de brazos subdivididos. Nos quedamos pues con una estrella de mar para esta categoría.
Seis patas: aquí no podían faltar como ejemplo los ubiquistas insectos. Comunes entre ellos, las moscas son las elegidas.
Ocho patas: tampoco pueden faltar los arácnidos y escorpiones. También los pulpos. Elegimos una viuda negra.
Diez patas: y con diez patas nos decantamos por los calamares y crustáceos varios. Escogemos a un cangrejo ermitaño, con la casa siempre a cuestas.
Cien patas: pues... ¿cuál va a ser? ciempiés.
Mil patas: con mil... ¡el milpiés!
Para poner patas en el asunto, se posa un insecto por aquí.
Y os preguntaréis "¿todo esto para qué? Pues simplemente porque en muchos casos es mejor no meter la pata...
Mírala qué guapa ;P |
¡Un abrazo PA-TÓS!
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