Ir de punta en blanco
En la edad media, durante los ejercicios, los caballeros empleaban armas de hierro ordinario que carecían de filo y llevaban en la punta un botón, como los floretes con que se aprende esgrima. Recibían el nombre de armas negras, en oposición a las que se usaban en los torneos, que eran de acero filoso y tenían el extremo afilado o, como se decía entonces, la punta en blanco. En esas luchas, los rivales se presentaban acompañados de sus escuderos, quienes portaban los mejores yelmos con sus penachos y los respectivos escudos, bien abrillantados y pulidos. La gran pompa de esta ceremonia con música de fanfarrias y el espectáculo de las armaduras relucientes y los estandartes al viento quedaron asociados a la frase "ir de punta en blanco", que tomó el sentido de mostrarse con las mejores galas.
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