El séptimo mes del año (el quinto del calendario romano) lleva el nombre del que quizás es el emperador romano más conocido, a lo mejor por causa de las historias de Astérix. Originariamente, la denominación de este mes era Quintillis. El año 44 a.C. cuando Julio César fue asesinado, se cambió en su honor el nombre del mes. Curiosamente, el propio César había nacido en julio.
Cayo Julio César, según todos los testimonios que nos han llegado, fue un magnífico estratega, político, orador y escritor. Su participación en la Guerra de las Galias (que luego él mismo pondría por escrito en su obra homónima) fue lo que dio la victoria a Roma, así como durante la guerra civil contra Pompeyo.
Sus orígenes fueron bastante humildes, y su biografía es realmente turbulenta y difícil. Gobernó formando triunvirato con Craso y Pompeyo durante los años de la República. Cuando el mando cayó solo en él, propuso reformas radicales para ampliar la influencia de Roma en el Mediterráneo, pero se vieron truncadas con el complot que culminó en su asesinato. Sin embargo, su sucesor, Octavio Augusto (del que nos ocuparemos el mes que viene) tomaría el relevo y se convertiría en el primer emperador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario