BIÓLOGOS DE BOTA

De allí es de donde venimos, de patearnos el campo conociendo y dando a conocer las maravillas de la naturaleza. 

Recordando nuestros inicios en la Facultad de Biología nada tienen que ver aquellos tiempos con la realidad del momento actual. Comer en los pasillos o en las escaleras del edificio era algo más que habitual para todo buen biólogo que se preciaba de serlo, en la cafetería no había hueco nunca. La mejora es evidente, ahora los alumnos gozan de un aula para poder pasar sus ratos libres. Todos nos curtimos a base de madrugones para coger número para poder hacer la matrícula, ídem para el caso de las prácticas. Había gente que se quedaba a dormir en coches o a la intemperie bajo el abrigo de una manta para conseguir la asignatura que querían. 

Los más camperos como nosotros nos hemos forjado con cosas como éstas y otras más. En nuestras excursiones aguantar tremendos aguaceros era costumbre. Igualmente tampoco podemos olvidarnos de los días de plena solana. Pero todo esto se lleva con humor cuando estás viendo cosas tan chulas como jabalíes, águilas imperiales, peonías, ginetas... y después más aún cuando intentas inculcar todo ese cariño por la naturaleza a los chavales. Ellos son el mejor público. 

Muchas veces su desconocimiento ante las cosas más sencillas es algo común. Cuando les descubres que es igualmente importante ver águilas como lo es ver gorriones, sus ojos de asombro lo dicen todo. Ahí es donde radica el valor de nuestras palabras, de nuestra enseñanza. Y es cuando te das cuenta que gracias a todas las incomodidades pasadas, gracias a que hemos sido más fuertes que todo eso, por muchos aguaceros que vengan, por muchos madrugones, días de sol, ampollas en los pies, por todo eso y mucho más, habrá merecido la pena nuestro esfuerzo si un niño ha visto con otros ojos los encantos de la naturaleza. 

Algunos quizás pensaréis que somos un tanto "idealistas". Lo preferimos, en el mundo hacen falta muchos más soñadores como nosotros.

Mimetismo con la naturaleza