El eco se produce cuando las ondas sonoras rebotan contra una superficie del mismo modo que la luz se refleja en un espejo. Así que ¿cuál es el mejor lugar para oír el eco? Bien, ¿por qué no probar en un viejo castillo lleno de misterio? Hay uno cerca de Milán, Italia, donde puedes oír el eco de tu voz cuarenta veces. Las viejas paredes atrapan las ondas sonoras y en ellas continúan rebotando una y otra vez.
También en la cúpula de la Catedral de San Pablo en Londres y en el edificio del Capitolio en Washington, hay galerías en las que se oyen los susurros a gran distancia. La curva de las paredes dirige el sonido hacia un punto del lado contrario. De modo que, si quieres hacer un chiste sobre tu profesor, procura hacerlo fuera del edificio.
Los cornos alpinos, esos cuernos acústicos increíblemente largos que toca la gente en Suiza, utilizan el eco para llegar hasta varios kilómetros de distancia. Esto les servía para mandarse mensajes hace tiempo, ya se habían inventado los sms, jeje.
Los ecos de la rana cornuda también tienen un mensaje lleno de misterio. Las notas graves de la rana llegan a larga distancia resonando en los acantilados para avisar de que se acerca un peligro.
No hay nada más misterioso que el retumbar del trueno. Gran parte de este sonido se debe a los ecos del estruendo original del trueno que retumban en las nubes.
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