Cuando tus alumnos no tienen del todo claro a qué se quieren dedicar cuando finalice su etapa en el instituto y te piden algún consejo, lo mejor que se te ocurre en ese momento es hablarles de tu propia experiencia y asesorarlos de la mejor manera que puedas.
La verdad es que nosotros hemos ido tocando muchos palos... cuando te gusta estudiar de todo, desde letras a ciencias, pasando por todo su amplio abanico de posibilidades, no hay tantas limitaciones. Hemos estudiado Biología, pero la cosa no acaba ahí. Tenemos muchas inquietudes, a algunas les hemos ido dando salida con cursos a los que hemos asistido y otras nos hemos formado de manera autodidacta. Y a día de hoy aún seguimos haciéndolo.
Decidir hacer Biología siempre estuvo claro, aunque muchos de mis profesores me dijeron que podría estudiar Periodismo, Filología, Bellas Artes, Geografía e Historia, Química o alguna Ingeniería como otras opciones. Al final haces lo que más te gusta, pese a que siempre te dan evidencias de que se trata de una carrera con poca proyección profesional.
Después de eso, aunque no tuviera nada que ver, tocó hacer un curso de secretariado de dirección con una profesora de la empresa Deloitte, y ahí puedes conocer las facetas del mundo empresarial y cómo se desenvuelven los grandes ejecutivos en despachos interminables. Esta etapa daría para escribir largo y tendido de todo lo que aprendí en el curso y las experiencias vividas... como para abrir otro blog nuevo... (algo que no tengo pensado hacer).
Finalmente donde te sientes más cómoda es en el trato con los chavales, ayudándolos a poder hacer realidad sus metas y enseñándoles lo que en su momento te enseñaron antes a ti. Y buscas tu camino por ahí. Desde bien jovencitos hemos dado clases, y es algo que nos encanta, pese a que no siempre es fácil.
En esas clases, cuando les cuentas que la vida de estudiante no tiene nada que ver con el mundo laboral, la mayoría de ellos te miran con cara de pensar que "por lo menos, aunque no te guste el trabajo, te pagan". Entonces tú les contestas que cuando estén inmersos en la rutina diaria de un puesto de trabajo les llegarán los recuerdos de su época de estudiante y apreciarán más lo que fue.
Mientras tanto para ellos estudiar es un rollo... ¡y encima no hay sueldo! Los problemas de los adolescentes siempre son un mundo para ellos. Estudiar es una imposición en muchos casos, pero no es lo que más les preocupa. Antes de terminar el instituto les asaltan muchas dudas y te empiezan a hacer preguntas de todo tipo, en plan: "profe, no sé qué quiero estudiar después". Entonces yo les contesto: "Lo que estudies será lo que pongan en UN TÍTULO como que eres apto para trabajar. Otra cosa diferente es en lo que finalmente PUEDAS TRABAJAR. Y la más importante de todas es lo que TÚ SEAS EN VERDAD. Quédate con LO QUE QUIERES SER".
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