que rescata el sentir y el valor de todos los MAESTROS.
MAESTRO DE CADA DÍA
-Apuleyo Soto Pajares-
Porque doy clase a
los niños a mí me llaman maestro,
Sin embargo soy
discípulo de los alumnos que quiero.
Con lápices de
colores mi existencia coloreo,
Por fuera de manzana,
de rojo-sangre por dentro.
Los libros, sopa de
letras, son mi mayor alimento,
Me desayuno con
Lengua hasta llegar al recreo.
MAESTRO DE CADA DÍA, DE
CADA DÍA MAESTRO,
MAESTRO DE VIDA,
MAESTRO DE SUEÑOS…
MAESTRO.
Ando a pasitos muy
cortos del encerado al cuaderno,
Y se me va la mañana
en menos que cuento un cuento.
Tiene mi clase
ventanas para mirarme muy lejos,
Tan lejos que, en un
descuido, se me mete el cielo dentro.
Y es que quiere ver
lo que hago con los pinceles de pelo,
La plastilina
reciente y la pintura de dedos.
Salgo fuera muchos días
a dar la clase en el viento
Y vuelvo condecorado
con arenas de arroyuelos,
hojas de árboles
cantores y musgo de Nacimiento;
es entonces cuando el
alma vibra con sus latidos nuevos,
como si el mundo
cuajara en mí su tesoro inmenso
para entregarlo a los
niños cuando se acaba el paseo.
Lo de ser maestro es
fácil si de verdad se es maestro,
Basta enseñarse a sí
mismo y hacerlo a los otros luego;
Por lo demás, dar la
clase no guarda ningún secreto,
es una larga
paciencia para darle tiempo al tiempo.
Señores, ya mis
alumnos están pidiendo silencio,
Hasta siempre, a la
hora en punto,
que yo en mi clase os espero.
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