El catoblepas
Seguramente nunca hayas oído hablar del catoblepas, y es normal. Según Plinio el Viejo, se esconde en las regiones más recónditas de Etiopía. Además, muy pocos de los que se lo han encontrado han sobrevivido para poder describirlo.
Según estos pocos testigos, el catoblepas tiene la cabeza de un jabalí africano o facóquero, en el extremo de un largo cuello. Su cuerpo tiene algo de elefante y algo de dromedario, a juzgar por la giba que lo corona. Por si fuera poco semejante mezcla de características extrañas, la cabeza del catoblepas es demasiado grande y pesada, y a la bestia le cuesta esfuerzo erguirla, por lo que habitualmente la lleva gacha (de hecho, su nombre en griego significa "el que mira siempre hacia abajo").
Pero no hemos hablado del rasgo más inusual y terrible del catoblepas: uno de sus ojos (o los dos, según algunos testimonios de la antigüedad) está terriblemente hinchado y tiene un aspecto repulsivo y enfermizo. Si cualquier otro animal o ser humano mira directamente a este ojo fatídico, cae muerto al instante. Por si fuera poco, es capaz de exhalar un aliento fétido que hace enfermar a quien lo respire.
Aparte de Plinio el Viejo, otros autores han hablado de tan peligrosa bestia. Jorge Luis Borges, por ejemplo, lo menciona en su "Libro de los seres imaginarios", dentro de la historia titulada "Tentación de San Antonio".
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