Antes de abandonar Aviñón y continuar nuestro viaje hacia los Alpes, teníamos una cita pendiente e ineludible: la visita al palacio papal. Este lugar - que más que palacio parecía una fortaleza - fue un auténtico hito histórico en su momento, guardando tesoros en posesión de la Iglesia y albergando a personajes tan notables como Benedicto XII y Clemente VI (el cual, por cierto, llegó a comprar la soberanía de la ciudad por ochenta mil florines). Nos hicieron un pequeño descuento por grupo numeroso, y nos dieron a cada uno una tablet y auriculares para la explicación de la visita. Nosotros habríamos preferido un guía en persona (tener que estar pendiente del aparatito distrae mucho y no te permite saborear la atmósfera) pero era lo que había. A la salida del palacio pudimos sacarnos alguna foto con un papa-mimo que había en la plaza ¡qué simpático!
Dejamos Aviñón y proseguimos el viaje hacia paisajes cada vez más montañosos y verdes. Nuestra siguiente parada (y en la que pasaríamos el resto del día) iba a ser Grenoble, capital de los Alpes, ciudad universitaria y con un gran pasado científico y artístico (fue nada menos que la cuna del escritor Stendhal). La ciudad está llena de lugares para admirar: la plaza peatonal de San Andrés, el antiguo Palacio del Parlamento, el "Jardin de Ville" con sus árboles centenarios, la plaza de Notre-Dame con su catedral o la Fuente de los Tres Estamentos, por citar solo algunos. Y por supuesto, el nombrado tranvía de Grenoble. Pasamos el día recorriendo sus calles y disfrutando de su atmósfera única, hasta que tocó volver en metro a la zona del hotel, para descansar y así poder afrontar la siguiente jornada.
Os dejamos con las fotos de aquel día. Como ya sabéis, para verlas en grande solo tenéis que pulsar sobre ellas. ¡Esperamos que os gusten!
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