A pesar de las quejas de unos cuantos y del afán que otros ponen en desprestigiar nuestra profesión, no cabe duda de que el nuestro es uno de los oficios más bonitos del mundo. No solo porque tenemos en nuestras manos un montón de cabecitas inquietas, con sus propios mundos y problemas, a las que nos toca despertar la curiosidad y el sentimiento de maravilla, sino porque todos esos alumnos que nos miran a diario desde el otro lado del aula no dejan nunca de sorprendernos.
De vez en cuando oyes por boca de determinados individuos expresiones despectivas sobre "esta juventud" (¡como si ellos nunca hubiesen sido jóvenes!). A todas esas personas me gustaría presentarles algunos de mis alumnos, que, a pesar de su temprana edad, ya muestran talentos que podrían competir de igual a igual con otras personas más adultas ¡Cuanto más si esos talentos se cultivan, se practican y se refinan!
Así que, como se suele decir, para muestra un botón. Os dejamos con dos escritos de una de mis alumnas que rompe tópicos absurdos sobre "esta juventud" y da rienda a sus sentimientos y creatividad bolígrafo en mano, como una Ana Frank cualquiera ¡Disfrutadlos!
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