Hay que reconocerlo. Tienen mala fama y a mucha gente no les gustan con esos pequeños (y numerosos) ojitos negros y sus ocho patitas largas. La aracnofobia es casi un miedo instintivo arraigado en nuestra mente. Pero no es para tanto. Las arañas no atacan a la gente (a no ser que éstas intenten cogerlas o las molesten mucho), y realizan una labor importante quitando de en medio algunos insectos molestos. Por si fuera poco, algunas son auténticas maestras tejedoras y realizan verdaderas obras de arte con sus telarañas. ¿A que no son tan terroríficas como parecen?
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