Érase una vez un cuento narrado en plena naturaleza.
Hoy toca madrugar. Será que como siempre se lleva con muy buen humor, echarnos a andar por el monte es en verdad una bonita labor. En el viaje de camino asalta el sueño, consultar las guías es obligado, no vaya a ser que algo nos pase inadvertido por resultarnos un tanto desconocido. Entre las muchas cosas para pasar a una lista no solo estarían las cosas vistas, las escuchadas y olidas, las acariciadas y sentidas entrarían a formar parte de todo ese gran tesoro que hemos venido disfrutando a lo largo y tendido de estos muchos años.
Os enseñamos una pequeña muestra de todos los habitantes silenciosos o clamorosos que han ido saliendo a nuestro paso. No faltarán las flores que en nuestro trasiego han venido adornando las mañanas y días enteros de campo.
Empezamos con un pequeño jabalí, absorto estaba bebiendo y retozando en el lodo. Antes fue rayón, ahora jabato, bermejo después, luego verraco y finalmente albar. Han sido varias ocasiones de encontrarnos con jabalíes por el monte. Todos estos momentos bien resueltos, nada que ver con aquello que suele pensar la gente de que llegan a arremeter.
Como si no estuviéramos |
Ahora llegan dos bonitas flores compuestas por una intensa sinfonía de colores ya sea con pentagramas de pétalos blancos o bien de tonos morados.
Finalmente quiso |
Explosión de color |
Desde la clase y categoría de las aves hemos escogido estas otras dos imágenes. Inspirador de algún que otro dicho popular conocido y por ser la compañía de la diosa Atenea, los mochuelos comunes son pequeñas rapaces que hemos visto unas cuantas veces. También las tarabillas comunes, tanto hembras como machos han formado parte de unas cuantas de nuestras observaciones.
No nos quitaba ojo |
Vigilando el horizonte |
Los pequeños invertebrados, que para muchos son los grandes olvidados, atraen también nuestra atención. Esta veloz e inquieta libélula no paraba ni un momento hasta que por fin en una centésima de segundo se atrevió a apoyar sus patas sobre estas ramas secas. Su visión de 360 grados les permite detectar el movimiento con una lograda eficacia, seguro estaba al acecho por si completaba su jornada de caza con una buena presa.
Dueña y señora de su charca |
Todo lo contado no es nada comparado con poder encontrarte con ellos en su propio medio y entorno salvaje. Mejor que ver estas fotos es ir al campo a buscar estos tesoros. Apreciarlos y quererlos, respetarlos y cuidarlos a eso nos dedicamos nosotros. ¡Tú también puedes hacerlo!
Tomando buena nota de nuestro entorno |
¡FELIZ SÁBADO, Apátridas!
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