Aunque la mayor parte de nuestras vidas se ha ido escribiendo aquí cerquita, cuando tenía cerca de cuatro años, mi familia y yo dimos un gran salto cruzando el charco para irnos a vivir a Venezuela. Allí estuvimos seis años.
Ha pasado ya mucho tiempo desde entonces, pero los recuerdos se mantienen vivos y, de vez en cuando, afloran. Teníamos un apartamento en el estado de Valencia, en el distrito de Carabobo. En el colegio el Santo Ángel pasé mi educación primaria con mis compañeros, para los cuales yo era un catire criollo. Pasear entre iguanas por el parque Negra Hipólita era de lo más normal, como si de gatos callejeros se tratase. Arepas con diablitos o pabellón criollo, yuca sancochada o la hallaca, eran parte del menú cotidiano. En la tele "Radio Rochela" o "Sábado Sensacional" poblaban los pocos canales de Venevisión, si descontamos seriales con acento típico.
Destacando algo de fauna y flora, que, como os imaginaréis eso era el paraíso terrenal, los colibríes libando de las flores formaban un elemento más del paisaje urbano cual gorriones. Los árboles de mango, peces leones, pastinacas, barracudas, tucanes, cebúes domésticos, chigüires, osos hormigueros, pirañas, babas y los delfines del Orinoco, que los llaman toninas, son solo algunos ejemplos de la extensa lista de biodiversidad de allí.
Si nos seguís por aquí os contaré más cosillas de todos esos años. Ahora que llega la semana santa, si necesitáis buscar destino, Venezuela es una baza segura. Os dejamos con una imagen de una de sus muchas playas. ¡Invita a un buen chapuzón!
Tucacas, una playa de ensueño =D |
¡HASTA MAÑANA!
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