Este 5 de septiembre hemos asistido llenos de entusiasmo al singular evento ¡Gracias, profes! que ha reunido a más de un millar de docentes (sin contar a los que lo hayan seguido desde Internet) en el recinto de Kinépolis. Durante seis horas, ponentes de lujo han ido exponiendo sus puntos de vista sobre la importancia del trabajo del profesor, nuevos enfoques y el complicado pero hermoso arte de comunicar.
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Un pequeño tentempié para empezar con fuerzas |
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Esperando con el equipo a mano (y la acreditación) |
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Todos a sus sitios ¡El evento va a empezar! |
Actuando Jorge Fernández como maestro de ceremonias, por el "estrado" fueron pasando figuras del mundo de la comunicación con "microconferencias" seguidas de breves turnos de preguntas. Rompió el hielo Javier Urra, Defensor del Menor, que nos habló de la importancia de educar los sentimientos. Matías Prats, con una sencillez y elocuencia aún más patentes en persona, nos mostró cómo el arte de comunicar es algo que puede aprenderse y mejorarse. Carlos Sobera hizo hincapié en el humor como herramienta para acercarse a los alumnos, siempre sin olvidar el papel del profesor en el aula. Fernando Botella y Jorge Blass mostraron la importancia de la magia y la innovación en la labor de enseñar. Mónica Deza nos emocionó con el cercano ejemplo de superación por parte de su hijo Pablo. José María Gasalla dejó patente la importancia del papel director del profesor en el aula, y José Antonio Marina, cerrando la sesión, nos recordó a todos que el profesor nunca debe dejar de ser alumno, porque éste es un oficio en el que siempre hay algo que aprender.
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Sobera nos regaló una pequeña clase de derecho penal
de lo más entretenida |
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El inigualable Matías ¡De casta le viene al galgo! |
Pero nos hemos dejado, intencionadamente, un ponente en el tintero, uno que dijo algo que nos caló. Se trata de Jandro, que trabaja en los guiones de "El Hormiguero", a quien le tocó hablar sobre el papel de la creatividad. En un momento de su agudo, chispeante y frenético discurso, nos mostró la importancia que tiene el cambiar una simple palabra por otra.
Comentó cómo había días en que se veía pillado de tiempo para sacar el siguiente programa. Pero en lugar de pensar que "solo me quedan dos horas", piensa "todavía me quedan dos horas". ¿La diferencia? En el primer caso hay dos problemas: el sacar el programa y el tiempo que se agota. En el segundo, la mente está abierta para aprovechar el tiempo disponible. Sencillo... y efectivo.
Una simple diferencia de enfoque
cambia nuestra actitud,
y con ella, todo nuestro trabajo.
¡Y solo hemos tenido que retocar unas pocas letras!