Hace poco que nuestros alumnos de 3º de ESO han tenido que pasar por el evento anual y famoso del CDI, o lo que es lo mismo, la prueba de Conocimientos y Destrezas Indispensables. Para los que no estéis en el mundillo, es un examen global de matemáticas y de lengua que se hace en 6º de primaria y 3º de ESO para medir cómo van nuestros chavales en estas materias tan básicas e importantes.
Los alumnos estaban nerviosos ante la perspectiva de los dos exámenes (que coincidieron, por si fuera poco, con el final de la segunda evaluación). Los profesores ven la rutina del día alterada por una prueba que ocupa la jornada entera con su logística, y los propios aplicadores (al menos con los que pudimos hablar) no parecían tener muchas ganas de estar allí. Entonces ¿por qué hacer todo este despliegue, si da la impresión de que no le gusta a nadie?
En algunos casos los resultados del CDI se esgrimen como un factor publicitario para el instituto ("el 70% de nuestros alumnos aprobó el CDI el año pasado"). Los profes de lengua y mates incluyen la nota en sus propias calificaciones, para motivar a los reticentes a tomarse la prueba en serio. Y padres y alumnos reciben una impresión, cuando les lleguen los resultados, de cómo van en las susodichas materias.
Pero nosotros creemos que la prueba puede servir para algo más. Es también una forma de que nuestros chicos y chicas se acostumbren a exámenes "importantes", al protocolo y formalidad que les rodea y concienciarse de que su trabajo forma parte de algo más grande que el aula en la que están o incluso el instituto en el que estudian. Allí estuvimos para desearles suerte, y por una vez, el "malo" que ponía el examen era el otro, y nosotros éramos la cara familiar que los animaba. Solo por ese pequeño detalle se pueden perdonar un poco las molestias del día.