Tarde de sábado, después de comer, calor constante... hacer zapping parece la mejor solución...
Una cadena, otra, así sucesivamente hasta ir descartando una por una todas las opciones de nuestro eterno desplegable menú televisivo. Apagar el televisor se convierte en algo obligado, lo siguiente una buena siesta y, al despertar, echar la vista atrás y traer la memoria de esos sábados ochenteros por doquier donde aburrirse era algo imposible. Para haber solo dos cadenas siempre teníamos planes para estar un buen rato enganchados al televisor.
Para nosotros una cita obligada con un programa de lo mejorcito era "El tiempo es oro". Aunque por aquel entonces éramos muy peques, no nos despegábamos de la tele hasta que acababa. Fue un precursor en su época de concurso cultural especialista en determinados temas que escogían los concursantes. Hoy por hoy se echa en falta un formato parecido, lo más cercano "Saber y Ganar".
A las cadenas de ahora parece que les cuesta apostar por un tipo de programa semejante a ése. Cada vez se baja un poco más el listón en cuanto a los contenidos, si bien es cierto que el telespectador puede hacerse una tele a su medida, la calidad se va diluyendo poco a poco entre tantos huecos por rellenar de minutos de máxima audiencia.
En fin, decidir apagar la tele día tras día y un rato sí y al otro también, es lo mejor que se puede escoger (a nuestro juicio). Ir a dar un paseo, coger un libro, escuchar música... ¡es mucho lo que se puede hacer! porque el tiempo, nuestro tiempo, es oro.
El tiempo es vida y la vida reside en el corazón.
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