Con la música a otra parte, esta vez ponemos rumbo en busca de un buen concierto de naturaleza e historia, Aranjuez es el destino elegido.
Primero toca patear por el Mar de Ontígola donde vemos numerosos patos de todo tipo chapoteando. Encontrarse con azulones, gallinetas, fochas y otras aves no es nada difícil.
Mientras nos vamos abriendo paso entre el carrizo, un destello azul nos sorprende en un vuelo rasante: un martín pescador. Por dos veces lo hizo.
En un observatorio cercano la vista panorámica ofrece una perspectiva única del lugar.
Estuvimos un buen rato disfrutando de las vistas. Al poco, unos disparos de fondo al otro lado de la vía del tren nos espantan la mayoría de las aves que había posadas.
Y dejamos el Mar de Ontígola...
... pero antes de irnos vemos unas amapolas secas vestidas y engalanadas de estos colores tan de otoño...
La siguiente pieza de esta sinfonía nos muestra ya sus colores más hermosamente típicos...
Pasear por los jardines de Aranjuez es un capricho para los sentidos, aún más en esta época del año. Cualquier detalle se vuelve atractivo ante la cámara, hasta los pinchos de las acacias.
Incluso los almendros con sus almendrucos desdibujados...
Y caminando por este otoño nos quedamos. Pisando entre sus hojas secas, con el olor a castañas, el letargo de los días menguantes y las estatuas de estos parajes invitando a los cuentos y la poesía...
CONTINUARÁ...
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