Mañana de campo otra vez. Frío de rigor... aun así, estar pisando vida lejos del asfalto, hace más llevadero el día, el viento helado que azota no es más que un pasajero mal menor que se lleva con una mirada fuerte y serena.
Nos dirigimos hacia Montejo de la Sierra, pero sin intención de llegar hasta ese bosque de hadas y cuento que cobra vida cada otoño. Los alrededores también guardan rincones llenos de historias y es allí donde nos detenemos.
Sentados, sin más, en silencio, hablando de todo y de nada... dejando el tiempo pasar.
Y entonces llegan ellos, así, sin avisar.
Y se acercan confiados y me estiran de la bufanda para tener algo que mascar. Y, ahí siguen, como si quisieran participar de nuestra conversación. Sonrío y me miran con esos ojillos tiernos y pienso que nada del pasado ha pasado realmente. Les doy un beso a cada uno. Saco mi cámara y me regalan fotos como éstas. Él con ellos dos, sencillamente una Belleza.
2 comentarios:
Sencillamente precioso.
:)
Publicar un comentario