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lunes, 24 de septiembre de 2012

Historias de un profe

Ya contamos con la reciente nueva Ley de Educación que pronto entrará en vigor. Al margen de la ley, que daría largo y tendido para comentar, creemos que los que pierden más son los mismos: los chavales.

Dejaremos a un lado este asunto y os vamos a contar otra de esas experiencias que merece la pena compartir con vosotros. Esta vez toca el tema de cuando alguno de los alumnos parece ser hiperactivo. Recalcar que con lo de parece nos referimos a que muchos de estos chavales no están diagnosticados bien, podemos pensar que algunos sufren este síndrome y en realidad puede tratarse de un caso bien distinto.

En una de las clases de 3º de ESO había un alumno con una conducta muy similar a los que padecen hiperactividad. Entre las cosas que hacía no faltaban las voces en clase sin ningún motivo; provocaba a otros para hacerse la víctima; imitaba el sonido de la vuvuzela en mitad de las explicaciones; se pintaba bigote y perilla para gastarme bromas o tiraba cosas por la ventana.

Cuando tienes que enfrentarte a esta situación, lo primero es armarse de una paciencia infinita, creándote unos escudos mentales para intentar no ceder a tus impulsos y que no te hagan perder el control. Si el resto de la clase lo acompaña en sus excentricidades, habrá que dominarlos a todos a través del lenguaje gestual y oral, pero sin gritar. Si gritas has perdido la batalla.

Para que os hagáis una idea, en uno de sus mejores días, estaba contándoles el aparato excretor y él se puso a tirar chicles que se sacaba de la boca hacia el techo. Después lo acompañó con esparcir el contenido de las dos papeleras del aula. ¿Qué haríais vosotros si os ocurre esto? Pensad que no se va a resolver en un solo día, reiteradamente hay que vivirlo cuando al día siguiente vuelvas a dar clase con él.

Pues lo que hice yo fue lo siguiente: como debía aprender que sus acciones iban a tener sus consecuencias y que poco a poco debía ir controlándose cada vez más en sus impulsos, le dije que le iba a tocar limpiar todas las clases de la planta durante varios recreos.

De esta manera, él aprendió que no podía comportarse así. Con los alumnos hiperactivos, el ritmo para que frenen este tipo de comportamientos debe ir muy pausado y siempre haciéndoles ver que de esta forma no logran nada. Es muy difícil y además algunos dependen de una medicación, con lo cual no debemos ponernos metas a corto plazo.

También les viene muy bien las actividades que no requieran pensar mucho y que se hagan de forma mecánica. Cuando le mandé lo de limpiar las clases lo hice también por esta razón. Con otro tipo de problemas suele funcionar igualmente.


Y luego que a los profes nos pongan nuevas leyes que nada tienen que ver ni se ajustan con estas realidades. A más de uno de los que se dedican a crearlas los ponía yo un día a dar clase así...





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