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jueves, 16 de agosto de 2012

Una historia Pawnee

Nos encanta la cultura de los indios nativos de Norteamérica. Como libros no nos faltan, hoy compartimos con vosotros esta bonita historia:


Zorro Amarillo


Hace mucho tiempo, mientras los Pawnees se hallaban en su casa de invierno, un joven muchacho llamado Kiwuk-u Lah'khata (Zorro Amarillo) salió un día en solitario a cazar con la intención de matar a un bisonte.

Cuando dejó el campamento por la mañana, el tiempo estaba cálido y agradable, pero, a eso del mediodía, se desencadenó una gran tormenta de viento y nieve. La nieve, flotando con el viento, lo cubrió todo en seguida, y hacía mucho frío. Según pasaba el tiempo, la capa de nieve se iba haciendo más y más espesa y todo el aspecto de la pradera había cambiado. Finalmente, Zorro Amarillo se perdió y no supo dónde estaba ni qué dirección tomar para regresar al campamento.

Anduvo caminando durante todo el día sin ver ni el campamento ni el más mínimo rastro que le llevara hasta él, y según el día se iba haciendo más y más frío, cada vez le invadía más el pensamiento de que iba a morir congelado en la pradera. Al final se hizo a la idea de que debía morir y que ya no había esperanza para él de ver otra vez a su gente. Sintió mucha tristeza por su familia y sus compañeros.

Pero, según avanzaba a la deriva, abotargado y rígido por el frío, tropezando y tambaleándose en la profunda capa de nieve, oyó detrás de él como un canturreo que, al poco rato, se vio acompañado por el ruido producido por algún animal pesado al correr. Estos sonidos se oían cada vez más cercanos hasta que, por fin, ante el asombrado Zorro Amarillo, apareció medio corriendo un gran macho de bisonte. Era un animal enorme y majestuoso, el bisonte más grande que Zorro Amarillo había visto nunca. La nieve se acumulaba en el pelaje de su impresionante joroba y sobre su hocico, para deshacerse cuando el bisonte soltaba su aliento cálido. Según se aproximaba, el bisonte iba cantando una canción con su grave voz, y, al tiempo, que cantaba, el sonido de sus cascos en el suelo iba marcando el ritmo con la medida de los versos de la melodía. Y esto era lo que cantaba:

A-ti-us             ti-wa-ko Ru-ru!            
Mi padre            dice: ¡Continúa!            

Teh-wah-hwa-ko            Ru-ru-hwa-hwa            Wi-ruh-re
Sigue diciendo:            Sigue adelante            Todo irá bien


El corazón de Zorro Amarillo se sintió fuerte de nuevo al escuchar que el Gran Misterio le había enviado a aquel bisonte para ayudarlo en ese trance; entonces siguió al animal a través de la pradera nevada, y éste lo condujo directamente hasta el campamento, sano y salvo.






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