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lunes, 5 de septiembre de 2011

Tráfico de influenza

Ya vamos viendo poco a poco cómo el otoño va haciéndose notar, ya no solamente por los días que van acortando sino también por el bajón de las temperaturas. Poder dormir arrebujándose bajo una manta da mucho gusto.

Dejamos atrás las noticias sobre gente poblando las playas, sobre las plagas de medusas, las precauciones contra el calor, lo mucho que cuesta hacer la maleta y otras historietas típicamente tópicas, y nos vamos adentrando en otro tipo de acontecimientos. Sin dejar de ser predecibles ofrecerán algo más de juego.

Los periodistas bien saben que hay determinadas noticias que son cíclicas, de hecho son algo bastante recurrente. Ahora, con el cambio de estación, nos preguntamos con cierta clarividencia: ¿cuál será la gripe de este año? ¿habrá que empezar ya a hacer acopio de vitamina C?

Por mucho que se empeñen, el tráfico de "influenza" es algo perenne, no importa si es invierno o verano. Da la casualidad de que el mayor rebrote ocurre cuando en los anuncios de televisión comienzan a aparecer los anticatarrales y expectorantes mocosos por todas partes. Pero este devenir es algo constante, con o sin virus de por medio. La influencia siempre ha marcado el ritmo de los triunfos profesionales, con un golpe de varita mágica se obra cualquier milagro y se quitan todos los males.

Nosotros bien sabemos que la influenza, ajena a recetas, pomadas, jarabes, cataplasmas, ungüentos, inyecciones o supositorios, solamente se pasa cuando, actuando con sentido crítico, hacemos caso omiso del contagio y seguimos nuestro camino. 


Ya no quedan pañuelos...




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