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viernes, 22 de junio de 2012

Historias de un profe III

Os voy a contar otra de esas historias de un profesor que no se olvidan. Cuando tienes que separar a dos chavales que están enzarzados en una pelea cuerpo a cuerpo, al principio no sabes cómo va a terminar de resolverse, pero en este caso acabó bien. 

La mayoría de las veces las discusiones son por tonterías sin importancia. En otras ocasiones hay que estar atentos por si se tratase de algún caso de acoso escolar.

Era la hora del recreo y me tocaba vigilar el patio. Todo iba bien, hasta que viene corriendo uno de mis alumnos y me dice: "profe, que hay dos que se están pegando".

Inmediatamente vas para allá e intervienes. Lo primero que hice fue interponerme entre ambos, aunque pudiera recibir algún golpe. Podía haber utilizado todo lo que he aprendido en estos años de defensa personal, pero no hizo falta, bastaba solamente con aplacarlos.

Después cogí primero a uno de ellos y me puse a hablar con él en un sitio apartado. Le dije que pegarse no resolvía nada, es más, te trae más problemas, que lo mejor que podía hacer era volver a recuperar la normalidad con ese compañero. Con el otro chaval hice exactamente igual. 

Los días siguientes los estuve observando atentamente para ver cuáles eran sus reacciones. Pasado un tiempo volví a hablar con ellos y pudieron hacer las paces.

Con los adolescentes no siempre se sabe cómo acertar, los docentes tenemos que ir probando diferentes tácticas para resolver este tipo de conflictos. En este caso acabó bien, pero si no hubiera sido así, no hay que tirar nunca la toalla.





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