TORMENTA DE IDEAS

¡Rayos, truenos y centellas, se avecina una gran tormenta! 

¡Una tormenta de IDEAS! 

Arriad las velas y virad a estribor, este barco zarpará rumbo al universo de la imaginación. Aquí estamos los marineros dispuestos a capear la tempestad, llenando nuestras redes de variopintas ocurrencias a merced de los elementos. Siendo largo el viaje, atracaremos en un puerto lejano con una gran traca de inspiración, sueños y sentimientos. No es fácil navegar sin ideas, sin anclarnos en la desolación del barco a la deriva, echamos ancla en una isla desierta con un gran tesoro. El mejor premio será darle al coco y hacernos un libro de oro. Desde el humilde buscador de sueños, la intención de todo esto no es más que echarse a la mar y entre todo lo inventado nadar.

A lo lejos ya se divisan nubarrones negros... preparaos, que llega LA GRAN TORMENTA...

Un perro sacando la lengua se subió en un árbol donde había una ardilla. La ardilla era una esquirol, no quería sumarse a la huelga de hojas caídas. 

Cayó el muro de la casa donde una reunión de vecinos se dedicaba a un concurso de ver quién pintaba la escalera de caracol más larga. Uno de ellos la hizo tan larga que subió hasta el cielo, allí vio a un caracol que se le caía la baba con anuncios de la televisión. 

La televisión no dice la verdad, aparecen en pantalla tres personas en un supermercado. Cada una de ellas o bien dice la verdad o bien miente siempre. La primera dice: "todos nosotros mentimos siempre". La segunda dice: "solo uno de nosotros es un mentiroso". La tercera se queda callada. ¿Quién será esa tercera persona? 

No puede ser el caracol, pues ha cogido su concha y se ha marchado a Caracolandia, su paraíso, donde te da la bienvenida un solecito rico para sacar los cuernos. 

Mientras tanto los vecinos se han ido al-campo a hacer la compra de unos cuantos vituperios, víveres, viandas, vejaciones y vulgarismos. 

En el cielo se adornan con guirnaldas las nubes más pomposas y los cirros llevan cirios para dar luz a las veladas. De repente aparece por allí un perro sacando la lengua: "me sumo a vuestra fiesta". Más tarde dice: "este no es mi estrato, en mi estado es mejor descender de los altares y sacar la lengua a personas más normales". 

Y ahora mismo lo podéis ver, con su lengua y lametones que deja por los rincones demandando compañía para ser la alegría de una huerta de caracoles.

Todo comenzó con un perro