Ahora que muchos y muchas estáis agobiados con los exámenes de recuperación, nos hemos puesto a recordar, en plan abuelito cebolleta, nuestra etapa de cuando nosotros éramos estudiantes de colegio e instituto.
Nos han venido a la cabeza muchas anécdotas y vivencias, no hay espacio suficiente para poder escribir tanto.
Los dos, Almu y yo, fuimos delegados de curso un montón de veces. Ella más que yo, desde primero de EGB hasta el instituto. Yo empecé en quinto de EGB, porque durante mi época de vivir en Venezuela no había esa figura escolar. Continué siéndolo hasta primero de Biología en la Facultad de la Universidad Complutense de Madrid. ¡Fijaos lo dilatada que fue nuestra carrera en el cargo, más larga que la de muchos políticos!
Ambos en algún curso fuimos elegidos sin presentarnos. Otras cuantas veces, como nadie quería serlo, nos ofrecíamos voluntarios, como también fue el caso de primero de la Facultad.
Almu recuerda cosas como que en primero de EGB su tutor le mandaba pedir a otros profes cigarrillos para él. Ya ha llovido, viendo la evolución de estos años, ahora con la ley antitabaco eso sería inconcebible.
Casi siempre que el profe o la seño salían y nos mandaban apuntar a los que hablaban en clase nos comíamos el marrón de tener que hacer una tarea que no nos gustaba del todo. Lo de ir a buscar fotocopias, tizas, o las llaves de un aula, era algo mucho más sencillo. No nos ha importado nunca eso de asumir responsabilidades, nos hemos nutrido de ello y gracias a ello. Ni nos quitaba tiempo de jugar con los amigos o compañeros.
Otra tarea habitual de todo delegado o delegada es asistir a los consejos escolares con el profesorado. Como mediador de una clase en representación de los alumnos, algunas de las cosas que hacíamos era negociar fechas de examen, plantear propuestas para hacer actividades nuevas y excursiones o comentar la marcha de las clases.
Una de las funciones que intentábamos desempeñar lo mejor posible era la de poder solucionar algún conflicto que surgiera entre los compañeros. No siempre se conseguía, pero somos gente muy tranquila y pacífica, la palabra es nuestra mejor aliada. En aquellos casos en que no se terminaba de arreglar, no íbamos de acusicas hacia el tutor, tan solo le exponíamos el caso lo más ecuánimemente posible.
Si estáis leyendo esto y pensáis que lo de ser delegado es un rollo, estáis un poco equivocados. Ser el representante de una clase es una faceta muy bonita. Cierto que no todo el mundo lo llevaría con paciencia y disciplina, pero recompensa en muchas cosas. No hemos sido nunca de hacer la pelota a nadie, tampoco en nuestra etapa escolar. Todo lo hemos conseguido por méritos propios y sin tener que recurrir a esas cosas. Hay gente que se piensa que por tener contactos con los profesores ya te ganas parte de la nota, no fue nuestro caso.
Los mejores trucos para ser un buen delegado de clase son: tener mucho sentido del humor y ser capaz de aguantar todos los chaparrones que te caigan encima.
Si estáis dispuestos a serlo para el próximo curso que comenzará en breve, tan solo recordad que...
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