El tijeretazo perpetuo sigue. La tijera corta ya no solo trajes, también ideas. En estos tiempos convulsos deberíamos estar más atentos a todo lo que se está diciendo. La información puede ser entendida de muchas maneras y únicamente con un espíritu crítico seremos capaces de ver y saber bien las cosas. Si también llega finalmente la tijera a los medios de comunicación, no sería la primera vez, la censura siempre ha estado presente. Esta serie es solo un ejemplo de cómo se hacían las cosas y de la mentalidad que cuajaba no hace mucho.
Nos hace falta más filosofía, más interiorizar el discurso con el que debemos quedarnos, no todo lo que se dice y que alienta a las masas tiene que ser necesariamente válido.
El otro día estuve leyendo los ensayos de Ortega y Gasset; me apetecía imaginarme cómo vería él estas circunstancias que nos ha tocado vivir.
Ortega y otros pensadores se posicionarían sin duda ante la reflexión, ante no lanzar ideas así como así, sin valorar sus consecuencias. No sé qué pensarían de todas estas revueltas, pero creo que dirían que habría que luchar, claro, pero con cabeza. También releí un poco del libro " El arte de la guerra". El enfoque de las civilizaciones orientales aporta una visión muy diferente. Siempre combatir, pero estudiando todos los movimientos del enemigo, es su mejor ofensiva. Sucede como cuando juegas al ajedrez: mientras un oponente impulsivo quiere acabar pronto con la partida y realiza movimientos sin pensar, el contrincante que medita bien la jugada y que es capaz de predecir las siguientes tiene la victoria.
Necesitamos más pensadores, más gente brillante que sepa conducir bien a la sociedad. Llegan entonces los recuerdos de otras épocas, también de muchos jaleos en la calle, de una y mil manifestaciones. Y, siendo un contexto similar, nada tiene que ver en realidad. En esos años había otra mentalidad en la gente, más camaradería. Hoy en día luchamos juntos, pero no unidos.
En ese recuerdo, el caldo de cultivo que hizo posible que pudiésemos sacar la cabeza del agujero fueron los debates ideológicos, los programas de calidad como aquella Clave que nos daba la vuelta a la tortilla en un país recién estrenado. Pensar y darle al coco hicieron el resto.
Lo mejor es organizarse bien. Grito y pataleta sirven solamente las primeras veces, después hay que meditar, leer, estudiar, investigar, observar... piensen, pues, en eso es imposible la censura.
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