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viernes, 6 de julio de 2012

A-cultura científica

SOLO SÉ QUE NO SÉ NADA

Esta conocida frase, acuñada hace varios siglos por el filósofo Sócrates, supuso un gran cambio en la forma de entender al ser humano en relación al conocimiento de sí mismo y su capacidad de aprender y de dudar de todo. Esta afirmación ha servido de motivación ya no solo en el ámbito del pensamiento filosófico, sino que en el mundo de la ciencia ha sido un buen hilo conductor para abrir nuevos caminos hacia muchos proyectos. 

Igual que los filósofos son un poco científicos, los científicos de hoy en día deberían de tener también un poco de filósofos. Y un poco de humanistas y de lingüistas. 

La Filosofía es en sí misma una gran ciencia que intenta dar razonamientos al pensamiento humano para que sea capaz de abstraer su mente, dando explicación a muchos conceptos de la realidad y del mundo de las ideas y los sentimientos. En esta búsqueda de respuestas, la Filosofía entonces es una buena guía para que nuestros investigadores puedan dotar a sus experimentos de mayor abstracción.

Es fundamental también que el científico no pierda de vista la parte humanista de la ciencia. La ciencia ha de evolucionar en favor del ser humano siempre y cuando la ética y la moral no contrarresten sus investigaciones. Todos conocemos casos donde entran en conflicto estos términos; el científico debe conocer y respetar el código moral que prevalece. El estudio de la sociedad en su conjunto y de forma particular, hace de la labor científica algo mucho más rico.

El lenguaje y la ciencia deben de ir de la mano igualmente. Ya no solo para evitar y superar posibles malentendidos o errores en sus publicaciones, el dominio de una lengua abre muchas puertas. En el caso contrario las cierra. Si en una exposición oral el ponente no cuida bien de su lenguaje, por mucho que su discurso esté lleno de coherencia, será relegado a un segundo plano. Peor será si en un texto científico la parte de la redacción es pobre, está llena de faltas de ortografía o de errores gramaticales. Por mucho que la parte estadística sea intachable, el científico ha de cuidar de igual manera su expresión escrita.

Nosotros, como profesores, estamos bastante acostumbrados a tener que corregir cantidad de faltas de ortografía y muchas barbaridades que ponen tus alumnos en sus ejercicios, ya no nos pilla por sorpresa. Ahora bien, cuando estás leyendo un texto que se trata de una publicación con prestigio o de una investigación puntera y te encuentras con soberanas patadas al diccionario, ahí ya no es tan fácil pasarlo por alto. Hemos visto con frecuencia leísmos constantes, al igual que laísmos o loísmos. Por no hablar de frases sin ninguna coherencia gramatical o de tildes que desaparecen sin saber cómo. 

Alabamos todas las investigaciones que logran aunar estas consignas; las demás siempre tendrán algo pendiente. Y por si alguno/a de vosotros/as sois científicos y estáis leyendo esta entrada, en "SOLO SÉ QUE NO SÉ NADA", ese "SOLO" ya no se escribe con tilde. Por si queréis poneros al día, aquí tenéis la explicación. 





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